Una política muy económica
Según Hume, aunque el individuo pueda desear las propiedades
privadas, el respeto a las mismas acaba beneficiándolo y satisfaciéndolo, puesto
que tal contención supone que sus propias pertenencias queden fuera de las
apetencias de otros sujetos: “está de acuerdo con mi interés el que deje de
gozar a otra persona de la posesión de sus bienes, siempre y cuando él actúe de
la misma manera conmigo”.
También reconoció el efecto positivo de estímulo que la
adquisición de propiedades ejerce sobre las personas de dotes más sobresalientes,
como premio a sus esfuerzos y contribuciones materiales o intelectuales a la
sociedad.
Descartó la tentación de una redistribución igualitaria en
términos absolutos, precisamente para no decepcionar a las personas más
brillantes. Pero no descartó la puesta en práctica de mecanismos de redistribución
parcial, ya que, como bien reconoció ,la posesión que pueda retirarse a un rico
siempre tendrá efectos menos negativos sobre la persona despojada que la se le
quite a un menesteroso.
La conocida “moral del tabernero” de Adam Smith:
“ Tu trigo está maduro hoy; el mío estará mañana. Es
ventajoso para ambos que yo trabaje contigo hoy y que tú me ayudes mañana. No siento
afecto por ti y sé que tampoco tú lo sientes
por mí (…) El tiempo cambia, y ambos perderemos nuestras cosechas por falta de seguridad y
confianza mutuas.”
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